Artemisa era la hermana gemela de Apolo, hija de Zeus y de Leto. Desde sus primeras horas de su nacimiento, Artemisa toma iniciativas. Aunque es un bebe recién nacido, ayuda a su madre agotada a dar a luz a su hermano, Apolo. Por eso se le conoce como la diosa del parto.
Bella y brillante, con un cuerpo simétrico y esbelto y de larga cabellera, Artemisa se había ganado la apreciación de los otros dioses. Desde pequeña se le asignaron responsabilidades especificas, relacionadas, con lo que a ella más le apasionaba, la caza a través del arco y la naturaleza.
Una Virginidad eterna
Zeus la admiraba por su temple y valentía, la amaba mucho y cumplía todos sus deseos. Una de las primeras cosas que Artemisa pidió como regalo de su padre fue la pureza y virginidad eterna. Fiel y firme a lo que ella buscó y comprometió, conservó su pureza despreciando asedios y ataques eróticos, no se entrego a los placeres del matrimonio ni tampoco a los placeres del amor. Con imposición y rigor, exigió la inocencia y la virginidad, lo que la convirtió en una divinidad casta y sin mácula.
Como divinidad casta, Artemisa es protectora de las mujeres jóvenes y del alumbramiento. Ella misma había rechazado el matrimonio para mantener su virginidad, partenos inviolada e inviolable, que mantiene su doncellez, como un privilegio otorgado por su padre.
Ceremonias nupciales
Su culto se relacionaba con las ceremonias nupciales. Las futuras novias ofrecían a la diosa sus juguetes y de este modo, se separaban de los objetos que representaban la inocencia de la niñez, para asumir las responsabilidades de mujer casada.
Esta práctica simbólica preparaba a cada joven al matrimonio, el cambio de la casa paterna a la del marido. Aún las mujeres casadas no descuidaban el culto a la diosa, creían que también las protegería en alumbramientos futuros, consideraban que ella, Artemisa podía decidir el futuro de la mujer embarazada convirtiéndola en madre, o quitarle aquel privilegio. Para estar en armonía con la diosa le ofrecían a modo de ofrendas, las túnicas de las mujeres muertas durante los partos.
Sabia muy bien lo que quería y era rigurosamente firme con sus decisiones. Se encontraban a su cuidado, toda la vida silvestre, los peces en el agua, los pájaros en el aire, y todo animal que se encontraba en la tierra. Fue responsable de la ganadería y agricultura. Las tierras donde se le adoraba eran tierras fértiles, ricas en cosechas y animales sanos.
Templo
Como señala el himno de Calimaco, en muchos lugares habían santuarios y templos para la diosa. Pero el más famoso era el gran templo de Éfeso, que fue repetidamente destruido, una maravilla de los tiempos antiguo por su gran esplendor. Allí Artemisa para los griegos, y Diana para los romanos, era venerada como Gran Diosa con aspectos semejantes a algunas diosas orientales ligadas a la fertilidad natural.
Otro templo dedicado a Artemisa, se encontraba en la Acrópolis y otro fue construido en Braurón, en el litoral oriental de Ática, al sur de Atenas. Hasta allí llegaban las mujeres jóvenes a vivir en el santuario para prepararse para el matrimonio. Aunque algunos padres decidían dejar a sus hijos desde los cinco años al servicio del santuario. El templo fue construido en el siglo V a. C. Se trata de un templo dórico, construido en el mismo lugar donde ya existía otro del periodo arcaico.
Artemisa avanza por los bosques y lugares salvajes, con su cortejo de ninfas (también vírgenes), en un raudo carro tirado por cuatro ciervos. Jabalíes, osos y leones acompañan el cortejo. Artemisa era una diosa muy activa y a la vez muy cruel. Siempre mostrando rigurosidad, implacable, sin un mínimo de intención en vacilar frente a una determinada decisión.
Agamenón
Conocidas son sus venganzas, como las más terribles. Contra Enco por ejemplo, envió al famoso jabalí de Calidon, una bestia desbastadora, para cuya cacería se movilizó un renombrado pelotón de jóvenes héroes, convirtiéndose en una aventura épica. Todo por la ofensa cometida por Agamenón al ordenar dar caza a una liebre en dependencias de uno de sus santuario. Por aquel acontecimiento Artemisa exigió el sacrificio de la hija del rey Agamenón, Ifigenia, a la cual más tarde le perdono la vida, y ésta como agradecimiento le sirvió como sacerdotisa en el santuario de Braurón, donde según cuenta la tradición de los atenienses se encuentra la tumba de Ifigenia.
Al lugar donde se encuentra lo que fuera el templo de Artemisa se llega vía terrestre, por lo costa del Ática en un viaje no más de dos hora desde Atenas. Un tour ideal para complementarlo con otros lugares arqueológico de la zona, que se pueden realizar durante el día.